La Navidad más hermosa
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La Gran Depresión se extendió por el mundo como una gran Tsunami que afectó las economías de la mayoría de los paises y arrasó la vida y la estabilidad de los ciudadanos. Fue la más larga y profunda crisis que se recuerda. El desempleo alcanzó niveles devastadores para las familias que, sin recursos económicos, perdieron sus hogares, pasaron penurias y mucha hambre. Nosotros no íbamos a ser menos. Fueron tiempos difíciles. Sin embargo, entre tanta misería y desesperación hubo momentos felices que aún hoy, alcabo de tantos años, recuerdo con emoción y que quiero contaros.
Corría el año 1937 y en EE.UU atisbábamos una ligera recuperación económica promovida por las medidas adoptadas por el presidente Roosevelt. …
¡Moc, moc, moc..!
Cuando la trajo a casa por primera vez e hizo sonar la bocina, me sobresalté y cayó de mis manos el lebrillo con las cuatro patatas de la huerta que estaba pelando para hacer la cena de aquella noche: un hervido de huerta y tres huevos cocidos, a repartir. Salí corriendo para verla, di un traspiés y perdí una zapatilla por el camino. Contagiados por mi entusiasmo, los niños salieron disparados detrás de mí y tras de ellos fue la Lola que, ladrando y corriendo a su alrededor, impidió que llegaran hasta la carretera.
Recuerdo que había nevado durante tres días seguidos y nuestro entorno perdió sus colores. Los abetos, con sus copas cubiertas por la nieve, adquirieron un tono gris marengo; el cielo era aburridamente plomizo y el campo se transformó en una interminable alfombra blanca. Todo era blanco, gris y negro… ( autora acuarela: Úrsula Riefers)
… bueno, casi todo, porque en medio de aquel mundo olvidado por el color estaba ella, la Pick-Up, con su carrocería pintada de un brillante tono rojo. Insolente y desafiante semejaba la nariz de un payaso en medio de blanca cara de la Luna. ( autor acuarela: Tomás Mendez)
Él, sentado al volante de la camioneta que habíamos comprado empeñándonos hasta las cejas, me pareció el hombre más digno, más guapo y más fuerte del mundo. Como muchos otros afectados por la crisis se había quedado sin trabajo, y el empleo escaseaba. Aquella vieja Pikc-Up era un clavo ardiendo al que, a riesgo de abrasarnos, nos habíamos agarrado para salir adelante.
Las fiestas navideñas estaban a la vuelta de la esquina y no podíamos permitirnos ningún lujo. Ni siquiera en la comida especial de Navidad. Como regalo los niños habrían de conformarse con unas manzanas caramelizadas, gorros y bufandas que yo les había tejido y, con suerte, los cachorros que “La Lola” pariría por aquellas fechas.
También recuerdo que la primera carga que transportó al mecado fueron unos abetos. Era el día de Nochebuena y los niños lo acompañaban orgullos y felices por montar en el coche de su papá.
¿nosotros no vamos a tener un árbol para adornarlo? ¡Claro que sí, – respondió mi marido – mis niños no pueden quedarse sin su abeto! No dudó en comprar uno de los más bonitos, aun a sabiendas de que yo me enfadaría. ( autora acuarela: Corinne Galla)
Nunca podré olvidar sus caritas ilusionadas mientras adornaban el árbol con todas las pequeñas cosas que teníamos a mano para colgar en sus ramas: piñas, nueces y pequeñas manzanas, guirnaldas de papel y las cintas de colores que anudaban las trenzas de las niñas. Nuestro hijo ofreció su más preciado tesoro para cononar el árbol: una gran paleta de caramelo que le había regalado su maestra por ser “bueno y limpito”, según nos contaba lleno de orgullo. ( autor: Carl_Larsson)
Fue la Navidad más hermosa que recuerdo. No teníamos nada pero lo tuvimos todo. Risas, dulce de leche, un precioso abeto adornado con los sueños de nuestros hijos, y cuatro cachorros, blancos como la nieve, que la Lola nos había regalado aquella mañana.
Durante años se dejó la piel subido en aquella camioneta, intentando hacer milagros para mantener la casa y pagar los plazos de aquella pikc-up destartalada.
Hoy, Nano, el nieto de la Lola, sestea bajo un gigantesco abeto que a la entrada del jardín da la bienvenida a los visitantes. Es el mismo árbol que entre todos adornamos y replantamos cuando la Navidad más hermosa tocó a su fin. ( Autor acuarela: Ron Krajewski
Risas nuevas alegran la casa. Nuestros nietos están adornando un abeto con cintas de colores y bolas de cristal. El mayor tiene un privilegio que ejerce con orgullo: él es que corona el árbol con una multicolor paleta de caramelo. (autora acuarela: Clara Spinnasi)
Y yo miro aquel amado rostro, surcado ahora por la experiencia de mil preocupaciones, y me sigue pareciendo el hombre más digno, más guapo y más fuerte del mundo.
Mientras, abrigada y limpia, dormita en la cochera nuestra querida, insolente y desafiante camioneta roja.Mientras, abrigada y limpia, dormita en la cochera nuestra querida, insolente y desafiante camioneta roja.
B.T.
* Dedicamos este cuento de Navidad a nuestro amigo Tomás Méndez, reconocido acuarelista y dibujante, autor de la iluración de la Pick-Up protagonista de la historia.