Colorín colorado… La princesa que no tenía corazón
Érase que se era una princesa – heredera del frío y oscuro Reino del Norte – muy inteligente y hermosa, pero privada de sentimientos porque no tenía corazón. La princesa nunca había llorado, ni reído, ni sentido la emoción del primer beso de amor y se negaba a conocer varón. Su padre el rey, ya muy anciano, le suplicó que tomará esposo con el fin de asegurar su regia estirpe. Muy a su pesar, la princesa accedió.
Príncipes de reinos vecinos y de más allá del horizonte pretendieron su mano pero ninguno era de su completa satisfacción
Todos ellos eran guapos, valientes, cultos y refinados y, sin excepción, le juraron fidelidad y amor eterno. En realidad, a ella le daba igual uno que otro porque ninguno logró conmoverla.
Con intención de solucionar aquel terrible dilema la princesa sin corazón
decidió atravesar el peligroso río de la duda e ir a visitar al…
Oráculo del Mirador de los Cuatro los 4Vientos para pedirle consejo.
– ¡Oh pozo de sabiduría y rectitud: ayudadme, os lo ruego! – dijo la princesa – ¿Qué debo hacer para elegir con acierto?
– Alteza – respondió el Oráculo – seguid los dictados de vuestro corazón y acertaréis de pleno.
– Pero… es que yo no tengo corazón.
– Mala cosa es esa. Dejadme pensar…. Hummmmm… Veamos: no tenéis corazón pero sí teneís cerebro. Utilicémoslo ¿ De acuerdo?
– Sí señor.
– Para asegurarnos de que el elegido es digno de desposaros, todos los caballeros deberán superar tres duras y peligrosas pruebas que vos misma les impondréis. Sólo el más valiente, justo e ingenioso será digno de desposarse con vos.
– Seguiré vuestro consejo. Gracias, señor
Los donceles hubieron de enfrentarse a temibles dragones y ogros furibundos.
Salieron victoriosos en su lucha contra pérfidas quimeras y resolvieron con justicia pleitos y disputas entre los ciudadanos de pro y los corruptos brujos secuestradores del bien común. Sin embargo, incapaces de superar la prueba de ingenio que la inteligente princesa imponía, uno tras otro se fueron retirando de la contienda, tristes y humillados …
hasta que sólo quedó en liza un único pretendiente
– Caballero del Reino del Oeste – dijo la princesa- habéis superado con honor las 2 primeras pruebas. ¿Estáis dispuesto a enfrentaros al último desafío a sabiendas de que corréis el riesgo de acabar derrotado y humillado por el ingenio de una mujer?
– Estoy dispuesto mi señora. El amor que os profeso es más fuerte que el miedo a la humillación y la derrota.
– Sea pues como deseáis. Prestad atención: deseo que el cielo y el mar ardan incandescentes y que la luz de sus llamas iluminen todo mi reino.
En la fría penumbra que reinaba en el salón del trono – iluminado apenas por tristes bujías y humeantes hachones – el caballero cerró los ojos para escuchar mejor la canción del viento de poniente; sonrió y se dirigió hacia el gran ventanal que permanecía oculto tras una pesada cortina. Lentamente descorrió el paño. Una intensa y ardiente luz se fue filtrando en la estancia y ocupó, paulatinamente, paredes y techo hasta incendiar todo el salón en una explosión de rojos, bermellones, naranjas, ocres, amarillos y dorados.
Mientras, en el ardiente cielo, el sol pintaba su más hermoso atardecer exendiento el poder de su belleza por todo el reino.
Un latido, semejante al aleteo de una paloma, estremeció el pecho de la princesa y dos lágrimas de emoción humedecieron sus ojos en tanto que una bella sonrisa se dibujaba en su rostro…
La princesa que ya tenía corazón y el caballero del Sol de Poniente se casaron, celebraron un grandioso banquete de bodas en El Mirador de Cuatro Vientos, ( no podía ser en otro lugar) fueron muy felices y comieron perdices…
Colorín colorado nuestro cuento se ha acabado…. B.T.
* Dedicamos este cuento – adaptado a Internet – a nuestros amigos y compañeros Pedro Grimao, autor de la fotografía que inspiró el relato original, y a Pablo Samper y Rubén Torregrosa, artífices del «Proyecto Mastral » plataforma de información meteorológica y de publicación de imagenes relacionadas.
Fuente imágenes: Proyecto Mastral, Google.